
Una bonita instantanea, ¿verdad? En ella Federer parece algo menos triste, confortado por Rafa Nadal, cuya admiración y buen ánimo para con el suizo me parecen sinceros y admirables. En primer lugar, quiero aclarar que no pretendo que este sea un artículo sobre tenis. Sin embargo, entiendo que puede pasar lo mismo que con algunas películas de boxeo, cuyos directores afirman que sus obras no tratan temas pugilísticos, sino problemas y dilemas humanos (en el caso de Clint Eastwood y Million Dollar Baby estoy de acuerdo). En este caso el trasfondo deportivo es inevitable (y tampoco pretendo evitarlo, me encanta el tenis), por lo que supongo que al que no le guste el tenis tampoco le entusiasmará el artículo.
Anoche, en la Rod Laver Arena de Melbourne, 15.000 personas se pusieron de pié para homenajear a 2 auténticos campeones. El infatigable Nadal y el elegante Federer se reunen en el centro de la pista y reciben por igual el cariño y los aplausos de un público entregado, maravillado por el gran espectáculo tenístico ofrecido por ambos. Fue una final hermosa, apasionada, quizá no tan espectacular como la de Wimbledon 2008, pero caracterizada por una entrega absoluta, por una gran calidad en el juego (con puntos realmente increibles) , y, sobre todo, por la desmedida ambición por ganar que ambos demostraron, especialmente Federer.
Prueba de ésto último fueron las incontenibles lagrimas del suizo cuando le tocaba hacer el discurso de rigor. Muchos buscan la explicación para que un hombre que lo tiene todo, que ha ganado 13 Grand Slams y que es aclamado por gran parte de la crítica como mejor tenista de la historia, pueda llorar tan desconsoladamente por perder una final del Open australiano, habida cuenta que tiene 3 en sus vitrinas.
Para mí la razón está clara: esta vez, Roger, a diferencia de lo que le venía ocurriendo en sus últimos enfrentamientos con Nadal, se veía ganador. Lo tenía todo a su favor. Volvía por fin a jugar su mejor tenis, el de Manacor había sufrido un infierno de 5 horas y 15 (record de Australia) para derrotar a Verdasco en semifinales y había tenido un día menos para recuperarse. Además Federer sabía que una pista dura como la de Melbourne no era la más favorable para Rafa, que hasta ayer no había ganado un Grand Slam en dicha superficie.
En efecto, Fed-Express pensaba que tenía todas las de ganar. Y seguramente así habría sido de haber tenido a cualquier otro rival enfrente. El problema es que Federer está obsesionado con alcanzar la marca de 14 Grand Slams de Pete Sampras. Así lo ha reconocido el mismo ("Dios, esto me está matando"-fue lo que logró articular, entre lagrimas, tras recibir el consuelo de Nadal) y esta vez lo veía muy cerca, casi podía tocar el cielo con los dedos. Pero, nuevamente, el cielo tendrá que esperar.
Tal y como piensa nuestro héroe mallorquín, estoy convencido de que Federer no sólo alcanzará el record de Sampras (tenista al que, por otra parte, supera ampliamente en talento y elegancia), sino que logrará superarlo. Sin embargo, el helvético se ha dado cuenta de una terrible evidencia: las cosas han cambiado. Ahora ya no es el Nº 1. Ahora ya no es tan joven. Ahora Nadal está mejor que nunca, y domina en todo tipo de superficies. Hace un par de años se hablaba de la mala suerte que tenía Nadal por haber coincidido en el tiempo con el mejor tenista de la historia. Reconozco que yo también afirmaba que Federer tenía muchas más condiciones que el manacorense. Ahora, en cambio, pienso que quizá sea Roger el desafortunado por coincidir con el titán español. No es que Federer haya empeorado, es que Rafa ha logrado que su tenis alcance un nivel equiparable al suyo. Y, por momentos, incluso superior, debido quizá a que su fortaleza mental es inigualable, ni siquiera por el genio de Basilea.
¿Puede Nadal llegar a ser el mejor tenista de la historia? Es dificil de valorar; muchos dirán que a pesar de los títulos que pueda ganar nunca tendrá el talento de un Borg, un Lendl, un Wilander, un Federer. Para mí, si sigue mejorando y ganando títulos desde luego que sí. Tiene 22 años y 6 Grand Slams, una Copa Davis y la medalla de oro olímpica, amén de infinidad de títulos de menor entidad.
Ojalá lo consiga. Ojalá mantenga siempre la cabeza sobre los hombros como ha hecho hasta ahora y sea siempre un ejemplo para los más jovenes. Ojalá su estilo, tan sumamente físico y que le condena a jugar partidos interminables en tantas ocasiones, no le pase factura y podamos disfrutarlo durante mucho tiempo.
Pero, por encima de todo, ojalá encuentre rivales a su nivel. Porque eso es lo que hace hermoso este deporte. Antes los españoles sólo deseabamos ver victorias de Rafa. Ahora, además, queremos ver grandes batallas, tenis de alta escuela, largos y épicos enfrentamientos, especialmente entre los 2 mejores tenistas del planeta.
Lamentablemente, ningúna figura del deporte es eterna, y Federer tampoco lo es. Cuando decida retirarse, esperemos que dentro de mucho tiempo, deseo fervientemente que alguien ocupe su lugar. No quiero que Nadal se pasee por las pistas como hacía Michael Schumacher por los circuitos de F-1 hasta que llegó nuestro Fernando Alonso para terminar con su tiranía sin oposición. Espero que los jugadores de la nueva generación como Simon, Djokovic y sobre todo Murray confirmen en el futuro que están a la altura de las enormes expectativas que su juego genera.
La magia del deporte está forjada en las grandes rivalidades: Alí y Foreman, Magic y Bird, Borg y McEnroe...Pues bien, el duelo entre el Caballero de Basilea y la Bestia de Manacor es, sin duda, la gran rivalidad deportiva de nuestra época. Alguién dijo que la valía de un deportista se mide por la de sus rivales. Teniendo ésto en cuenta, el mérito de Rafa Nadal y Roger Federer es incalculable.