
Me parece un insulto calificar a Messi como el mejor jugador de la historia del fútbol. Es un insulto a Di Stefano, a Pelé, a Cruyff, a Zidane y a Ronaldo (el auténtico, el gordito, el mejor delantero centro de todos los tiempos). Estos futbolistas, sin duda, marcaron hitos en el balompié. Para la historia, los años en que desarrollaron sus carreras quedarán como "los tiempos de Di Stefano" o "la época de Pelé".
De entre ellos, Zidane es sin duda el mejor jugador que he visto en directo, en un estadio de fútbol. Ningún otro me ha dado la impresión de dominar el juego como él, de manejar todos los recursos, todos los registros. Llegó un momento en que los madridistas ya no decíamos "vamos a ver al Madrid". Decíamos: "vamos a ver a Zizou". Su fútbol era puro arte, maestría insospechada en un físico de 1, 86. Parece increíble que un jugador tan alto pudiera (y pueda) moverse con esa elegancia. Y además poseía un extraordinario sentido práctico del juego: no regateaba por adorno, sus quiebros nunca eran fútiles sino que se dirigían a un único fin: la victoria. No recuerdo que chuleara a ningún rival (algo que si hace a menudo CR9). Simplemente era su forma de entender el fútbol.
Pero, volviendo a la idea inicial, el reciente intento de la prensa de Barcelona y de algunos aficionados de colocar a Messi como el mejor de siempre (algo de lo que La Pulga no tiene culpa ninguna) es ante todo una afrenta al más grande de todos, al 10, a Maradona. Pretender situar a Messi por encima de Diego porque está realizando una gran temporada y ha marcado 3 goles al Zaragoza es una auténtica salvajada, amén de que revela un absoluto desconocimiento de la carrera de Maradona.
No tuve la suerte de ver al pelusa desde la grada de un estadio. Pero he visto muchos de sus partidos. Esa es la diferencia con los otros grandes jugadores de la historia. La mayoría hemos visto videos de Pelé, jugadas aisladas de Di Stefano, goles de Van Basten. En mi opinión, eso no basta. No se puede valorar a un futbolista sin ver partidos completos, hay que comprobar cual es su influencia real en el juego, su capacidad de liderazgo, su dominio del juego. Afortunadamente, he podido analizar todas esas facetas del juego de Maradona. Y en todas ellas era el mejor. Nadie tenía tanta influencia en los partidos, nadie arrastraba al equipo como él, nadie manejaba mejor las situaciones dificiles. Y todo ello, y ésto nunca dejará de asombrarme, lo hacía con una sóla pierna. Para Diego la derecha no existía, no era más que un miembro necesario para tener equilibrio al correr y darse impulso al saltar.
Maradona será recordado ante todo por el Mundial de Mexico 86. Existe una especie de certeza popular de que el 10 ganó sólo ese campeonato. Es una afirmación, cuanto menos, exagerada. Argentina no contaba con un equipo de grandes estrellas, pero Burruchaga, Valdano, Ruggeri o Brown no eran ningunos tuercebotas, sino muy buenos futbolistas. Era un equipo construido en torno a Maradona, que era la única superestrella, eso es cierto. Pero quiero recordar que, aunque Maradona hizo historia en los cuartos con sus dos celebérrimos goles, e igualmente liquidó a Bélgica en semifinales con otros dos tantos, su aportación en la fase de grupos fue más bien discreta (sólo anotó un gol) y en la final, contra Alemania, que terminó con el resultado de 3-2, también se quedó sin marcar. En conjunto, desde luego, el campeonato que realizó Diego fue extraordinario, espectacular. Pero afirmar que logró conquistar el Mundial por sí sólo (algo que, por cierto, el nunca ha dicho) es una inadmisible falta de respeto a sus compañeros.
En mi opinión, siendo algo fabuloso, no es la victoria mundialista lo que hace único a Diego Armando Maradona. No. Lo que distingue a Diego de todos los demás grandes jugadores de la historia, aquello que lo convierte en un futbolista legendario e irrepetible y, para mí, en el mejor de todos los tiempos es lo que yo llamo el "miracolo".
Maradona no es Dios. Al menos no lo es para mí. No según el concepto de Dios que yo tengo, que es el de un ente superior, creador y lleno de bondad. Maradona es todo lo contrario. Es un ser de humanidad diminuta, que destruye en lugar de crear y, desde luego, carece de bondad alguna. Es un personaje repulsivo, grotesco, grosero y muy pagado de sí mismo. Muchos argentinos sienten verdadera devoción por él. Para algunos miles de personas, los seguidores de la iglesia maradoniana, el Diego es Dios, para ellos el calendario se inicia en 1960 (año del nacimiento de Maradona) y se casan en un campo de fútbol. Creo que sobran las palabras.
Sin embargo, entre 1984 y 1990, Maradona, sin ser Dios, obró un "miracolo". Jugando para el Nápoles, que, haciendo un paralelismo con nuestra liga y, con el mayor de los respetos, sería equiparable al Málaga, ganó dos ligas, una copa italiana, una copa de la UEFA y una supercopa, ésta última derrotando a la todopoderosa Juventus nada menos que por ¡5-1!. El pelusa hizo lo imposible. Llevó a un equipo pobre, del empobrecido sur de Italia, siempre despreciado por el rico norte, a unos éxitos que jamás hubieran podido soñar un año antes de su llegada, cuando se salvaron por un sólo punto del descenso a la Serie B. Marcó 115 goles, dibujó jugadas imposibles, sometió a equipos mucho más fuertes que el suyo, elevó el lanzamiento de faltas a la categoría de arte, superó decenas de marcajes criminales y cientos de entradas asesinas y se enseñoreó de la competición mas dura y prestigiosa del mundo.


Si Maradona era Dios para los argentinos, es dificil decir lo que representaba para los napolitanos. Quizá lo más exacto sería decir que el 10 era para ellos una especie de ser mitológico, un héroe legendario al que se elevaban altares en las calles, y ésto no es una metáfora. Las mujeres lo paraban por la calle y le decían "te quiero más que a mis hijos". Se pintaban murales alegóricos, se veneraba su camiseta, se le quería incondicionalmente. Además de los Scudettos, el Nápoles consiguió dos subcampeonatos y dos terceros puestos. Ayudado por Giordano y Careca, Maradona llevó a los azzurri a la gloria. Y así, durante unos años, Nápoles se sintió el centro de Italia, el centro del mundo.
A día de hoy, Messi es un jugador extraordinario, para muchos el mejor del mundo (ya dije en otro post que, a mi parecer, eso es algo relativo y cambiante). Puede que lo sea. Pero ¿compararlo con Maradona con 22 años? Por favor. Esperen a que termine su carrera para hacer valoraciones. Esperen al menos a ver su actuación en el Mundial de Sudáfrica. Ahora mismo cualquier comparación es odiosa. En el Camp Nou, Messi hace maravillas. En el San Paolo, Maradona hizo algo que ni Messi ni nadie podrá lograr jamás. Hizo un milagro.