lunes, 22 de noviembre de 2010

José Mourinho






















Es uno de los mejores entrenadores de la historia del fútbol. Ha ganado incontables títulos en 3 grandes equipos europeos de 3 ligas distintas y está en el camino (Dios lo quiera) de parecidos éxitos con el Real Madrid. Sus estadísticas en cuanto a promedio de victorias y goles a favor son espectaculares, sobre todo jugando en campo propio. En mi opinión, sólo Vicente Del Bosque tiene en la actualidad un palmarés comparable (Guardiola está cerca pero lleva muy poco tiempo en la élite).
En cuanto a sus métodos, Mourinho es un entrenador perfeccionista, obseso del orden y la disciplina (no confundir con juego defensivo), que se adapta al equipo que entrena y la liga en la que compite. En muchos casos logra sacar el máximo rendimiento de jugadores que con él realizan sus mejores temporadas (Deco, Lampard, Terry, Sneijder, Maicon, Carvalho...). En otros no tiene tanta suerte (Mutu, Kezman, Balotelli, Santon...). Sus dotes como psicólogo son ampliamente conocidas. Muchos le llaman "ganador". ¿Qué diferencia a un entrenador "ganador" de uno "perdedor"?. En mi opinión, Mou gana porque logra convencer a sus jugadores de que son los mejores, de que van a ganar, con él en el banquillo se sienten invencibles.
Uno de sus metódos consiste, mediante provocadoras declaraciones que desencadenan ríos de tinta, en atraer toda la atención de la prensa sobre sí mismo para quitar presión a sus futbolistas. ¿Estrategia o afán de protagonismo? Después de darle muchas vueltas, yo diría que 60-40. Maneja a la prensa a su antojo por una sencilla razón: porque es mucho más listo que (casi) todos los periodistas. Convierte la sala de prensa en un teatro de marionetas donde cada plumilla baila al son que marca "The Special One". Si le atacan con algo, de repente se saca un conejo de la chistera que nadie podía esperar. Mientras el becario de turno rebusca en sus apuntes, Mou desparrama datos irrefutables (aunque generalmente desconectados de la cuestión que se estaba tratando, ahí reside su magia) y contraataca de un modo fulminante dejando al pobre desgraciado sin respuesta.
Arrogante, triunfador, polémico, genial. No importa el adjetivo que cada cual quiera poner. El caso es que nadie pone en duda que es un gran entrenador. Sus críticos siempre se centran en su persona o, como mucho, le tachan (erroneamente) de defensivo. Pero todos reconocen sus méritos. Hizo campeón de Europa a un Oporto sin una sóla estrella salvo Deco, que de todos modos no empezó a brillar hasta que llegó Mourinho. Convirtió a un equipo mediocre y sin rumbo como el Chelsea en una máquina de arrasar rivales al que sólo nefastos arbitrajes y la mala suerte privaron de ganar la Champions League. Algunos dicen que con los petrodolares (o mejor petroeuros) de Abramovich lo tenía muy fácil, pero olvidan que Ranieri ya contó con ese multimillonario apoyo el año anterior a su llegada...y no ganó absolutamente nada. En cuanto al Inter, lo llevó a ganar la Copa de Europa después de 45 años sin lograrlo y logró el primer triplete de su historia, conformando un equipo algo mayor, pero realmente competitivo y temible.
En los tres casos hay un denominador común: Mou ha puesto unas bases sólidas, ha implantado un estilo exitoso que los entrenadores posteriores a él han seguido con buenos resultados. Gran organización defensiva, agresividad, presión asfixiante y mucha recuperación en el centro del campo que posibilita un ataque rápido y vertical que está alcanzando su máxima expresión en el Real Madrid.
En cuanto al enfrentamiento que ha tenido con Preciado, entrenador del Sporting, creo que mi opinión es bien conocida. Mourinho ha dicho algo que muchos madridistas pensamos. ¿Tiene razón? Espero que no, creo que sí. En todo caso, lo que no ha hecho es insultar a nadie. En cuanto a Preciado, lo normal habría sido que hubiese sugerido al entrenador del Madrid que se metiese en sus cosas. De ese modo, la polémica habría quedado en nada. En lugar de eso contestó con insultos, descalificaciones y malos modos, apelando a una demagogia barata y estúpida :"quién coño se cree que es este tío con su titulitis y su top" o "somos un equipo modesto y nos ha costado un huevo llegar hasta aquí"(el sí que debe creer que al Madrid le regalan los partidos). Y sobre todo creando un clima insano que se notó (y cómo) en el desarrollo del partido. Sólo añadiré que todos esperamos con ganas la visita del Barça al Molinón. Apostaría algo a que cualquier parecido con el Sporting - Real Madrid será pura coincidencia.
Por último, y en cuanto a las perspectivas del equipo para esta temporada, yo, como aficionado y abonado desde hace 21 años sólo puedo decir que hacía mucho tiempo que no esperaba cada partido en el Bernabeu con tanta ilusión, que no iba al campo pensando "que gran equipo tenemos este año. Magníficos jugadores, fútbol rápido, grandes combinaciones, seguridad defensiva y goles a porrillo". Está empezando la temporada y es pronto para hacerse ilusiones excesivas pero este equipo apunta a algo realmente grande. Teniendo en cuenta que Mourinho ha hecho los fichajes, ha construido el equipo y tiene, en definitiva, el mando absoluto, el riesgo que asume es enorme. Si fracasa, todas las críticas recaerán sobre él. Por otra parte, si triunfa (y por triunfo hay que entender mantener el nivel de juego actual aderezado con algún título importante), será elevado a los altares del madridismo por siempre jamás. Y él lo sabe. Para eso ha venido.

domingo, 28 de marzo de 2010

Zidane, Maradona Y Messi





















Me parece un insulto calificar a Messi como el mejor jugador de la historia del fútbol. Es un insulto a Di Stefano, a Pelé, a Cruyff, a Zidane y a Ronaldo (el auténtico, el gordito, el mejor delantero centro de todos los tiempos). Estos futbolistas, sin duda, marcaron hitos en el balompié. Para la historia, los años en que desarrollaron sus carreras quedarán como "los tiempos de Di Stefano" o "la época de Pelé".
De entre ellos, Zidane es sin duda el mejor jugador que he visto en directo, en un estadio de fútbol. Ningún otro me ha dado la impresión de dominar el juego como él, de manejar todos los recursos, todos los registros. Llegó un momento en que los madridistas ya no decíamos "vamos a ver al Madrid". Decíamos: "vamos a ver a Zizou". Su fútbol era puro arte, maestría insospechada en un físico de 1, 86. Parece increíble que un jugador tan alto pudiera (y pueda) moverse con esa elegancia. Y además poseía un extraordinario sentido práctico del juego: no regateaba por adorno, sus quiebros nunca eran fútiles sino que se dirigían a un único fin: la victoria. No recuerdo que chuleara a ningún rival (algo que si hace a menudo CR9). Simplemente era su forma de entender el fútbol.
Pero, volviendo a la idea inicial, el reciente intento de la prensa de Barcelona y de algunos aficionados de colocar a Messi como el mejor de siempre (algo de lo que La Pulga no tiene culpa ninguna) es ante todo una afrenta al más grande de todos, al 10, a Maradona. Pretender situar a Messi por encima de Diego porque está realizando una gran temporada y ha marcado 3 goles al Zaragoza es una auténtica salvajada, amén de que revela un absoluto desconocimiento de la carrera de Maradona.
No tuve la suerte de ver al pelusa desde la grada de un estadio. Pero he visto muchos de sus partidos. Esa es la diferencia con los otros grandes jugadores de la historia. La mayoría hemos visto videos de Pelé, jugadas aisladas de Di Stefano, goles de Van Basten. En mi opinión, eso no basta. No se puede valorar a un futbolista sin ver partidos completos, hay que comprobar cual es su influencia real en el juego, su capacidad de liderazgo, su dominio del juego. Afortunadamente, he podido analizar todas esas facetas del juego de Maradona. Y en todas ellas era el mejor. Nadie tenía tanta influencia en los partidos, nadie arrastraba al equipo como él, nadie manejaba mejor las situaciones dificiles. Y todo ello, y ésto nunca dejará de asombrarme, lo hacía con una sóla pierna. Para Diego la derecha no existía, no era más que un miembro necesario para tener equilibrio al correr y darse impulso al saltar.
Maradona será recordado ante todo por el Mundial de Mexico 86. Existe una especie de certeza popular de que el 10 ganó sólo ese campeonato. Es una afirmación, cuanto menos, exagerada. Argentina no contaba con un equipo de grandes estrellas, pero Burruchaga, Valdano, Ruggeri o Brown no eran ningunos tuercebotas, sino muy buenos futbolistas. Era un equipo construido en torno a Maradona, que era la única superestrella, eso es cierto. Pero quiero recordar que, aunque Maradona hizo historia en los cuartos con sus dos celebérrimos goles, e igualmente liquidó a Bélgica en semifinales con otros dos tantos, su aportación en la fase de grupos fue más bien discreta (sólo anotó un gol) y en la final, contra Alemania, que terminó con el resultado de 3-2, también se quedó sin marcar. En conjunto, desde luego, el campeonato que realizó Diego fue extraordinario, espectacular. Pero afirmar que logró conquistar el Mundial por sí sólo (algo que, por cierto, el nunca ha dicho) es una inadmisible falta de respeto a sus compañeros.
En mi opinión, siendo algo fabuloso, no es la victoria mundialista lo que hace único a Diego Armando Maradona. No. Lo que distingue a Diego de todos los demás grandes jugadores de la historia, aquello que lo convierte en un futbolista legendario e irrepetible y, para mí, en el mejor de todos los tiempos es lo que yo llamo el "miracolo".
Maradona no es Dios. Al menos no lo es para mí. No según el concepto de Dios que yo tengo, que es el de un ente superior, creador y lleno de bondad. Maradona es todo lo contrario. Es un ser de humanidad diminuta, que destruye en lugar de crear y, desde luego, carece de bondad alguna. Es un personaje repulsivo, grotesco, grosero y muy pagado de sí mismo. Muchos argentinos sienten verdadera devoción por él. Para algunos miles de personas, los seguidores de la iglesia maradoniana, el Diego es Dios, para ellos el calendario se inicia en 1960 (año del nacimiento de Maradona) y se casan en un campo de fútbol. Creo que sobran las palabras.
Sin embargo, entre 1984 y 1990, Maradona, sin ser Dios, obró un "miracolo". Jugando para el Nápoles, que, haciendo un paralelismo con nuestra liga y, con el mayor de los respetos, sería equiparable al Málaga, ganó dos ligas, una copa italiana, una copa de la UEFA y una supercopa, ésta última derrotando a la todopoderosa Juventus nada menos que por ¡5-1!. El pelusa hizo lo imposible. Llevó a un equipo pobre, del empobrecido sur de Italia, siempre despreciado por el rico norte, a unos éxitos que jamás hubieran podido soñar un año antes de su llegada, cuando se salvaron por un sólo punto del descenso a la Serie B. Marcó 115 goles, dibujó jugadas imposibles, sometió a equipos mucho más fuertes que el suyo, elevó el lanzamiento de faltas a la categoría de arte, superó decenas de marcajes criminales y cientos de entradas asesinas y se enseñoreó de la competición mas dura y prestigiosa del mundo.























Si Maradona era Dios para los argentinos, es dificil decir lo que representaba para los napolitanos. Quizá lo más exacto sería decir que el 10 era para ellos una especie de ser mitológico, un héroe legendario al que se elevaban altares en las calles, y ésto no es una metáfora. Las mujeres lo paraban por la calle y le decían "te quiero más que a mis hijos". Se pintaban murales alegóricos, se veneraba su camiseta, se le quería incondicionalmente. Además de los Scudettos, el Nápoles consiguió dos subcampeonatos y dos terceros puestos. Ayudado por Giordano y Careca, Maradona llevó a los azzurri a la gloria. Y así, durante unos años, Nápoles se sintió el centro de Italia, el centro del mundo.
A día de hoy, Messi es un jugador extraordinario, para muchos el mejor del mundo (ya dije en otro post que, a mi parecer, eso es algo relativo y cambiante). Puede que lo sea. Pero ¿compararlo con Maradona con 22 años? Por favor. Esperen a que termine su carrera para hacer valoraciones. Esperen al menos a ver su actuación en el Mundial de Sudáfrica. Ahora mismo cualquier comparación es odiosa. En el Camp Nou, Messi hace maravillas. En el San Paolo, Maradona hizo algo que ni Messi ni nadie podrá lograr jamás. Hizo un milagro.

jueves, 25 de febrero de 2010

Un Proyecto Duradero

Manuel Pellegrini(2).jpg
Manuel Pellegrini es un gran entrenador. En sus primeros años de profesión logró el título liguero con Liga de Quito y con River Plate en 2 ocasiones, además de diferentes copas con Universidad Católica y San Lorenzo de Almagro. Pero se hizo conocido para el gran público cuando llegó a Vila-Real en 2004. Durante 5 años consiguió que muchos sintiéramos gran simpatía por el Villarreal. El equipo practicaba un fútbol rápido, vistoso y eficaz. Ese fútbol de toque que han puesto de moda el Barça y la selección ya lo venía jugando el Villarreal mucho antes. La diferencia eran los jugadores claro, no es lo mismo que el centro del campo lo formen Iniesta y Xavi que Senna y Riquelme (por aludir a la mejor época del Villarreal cuando cayó en las semifinales de la Champions ante el Arsenal). El estilo de Pellegrini es algo más directo y rápido, mientras que lo que distingue el juego culé es la pausa que imponen los bajitos. Pero, desde luego, Pellegrini ha demostrado que le gustan los jugadores de buen trato de balón: Cani, Pires, Cazorla, Sorín o los citados Marcos y Román entre otros muchos.
El otro día, viendo en directo el Real Madrid- Villarreal me di cuenta del gran vacío que ha dejado el chileno en el equipo de Castellón. Valverde intentó imponer un estilo diferente, de fútbol directo y contraataque, que le dio muy buen resultado en el Athletic y especialmente en el Panathinaikos, donde logró Liga y Copa. Pero no ha funcionado. Y su sucesor, Garrido, aunque acaba de empezar, no parece estar tomando las decisiones acertadas. El Villarreal ha dejado de ser un equipo del grupo de cabeza de la liga, está con pie y medio fuera de la Europa League y, lo que es más importante, su fútbol ya no es tan atractivo. Contra el Madrid dió verdadera lástima. Nunca vi que el Villarreal diera esa imagen en el Bernabeu mientras Pellegrini estaba al frente. Cierto que los resultados no le acompañaron, pero su planteamiento era atrevido, descarado, muy ofensivo, siempre dejó una sensación agradable, que hacía pensar que era un entrenador con grandes posibilidades.
Ahora, el diario Marca está metido en una campaña contra el técnico blanco por la que, cada vez que llega un mal resultado, la conclusión es que la culpa es enteramente suya. En cambio cuando se recuerdan el número de goles marcados, el número de puntos conseguidos, la imbatibilidad del equipo en casa (¡durante toda la liga!) y, por encima de todo, el buen nivel del fútbol desplegado por el Madrid hasta ahora, la única razón que dan los periodistas (con la excepción de mi admirado Santi Segurola) es "Cristiano es el mejor". Para él son todas las portadas. También debió serlo la del día siguiente al ridículo de Lyon, partido en el que ni uno sólo de los cracks estuvo a la altura de la ocasión, y CR9 el que menos.
Pretenden en Marca que nos creamos que el Madrid perdió porque Pellegrini "¡se atrevió!" a sacar a Marcelo en lugar de Arbeloa y, sobre todo, a Diarra en vez de Lass . Sin comentarios. El gol del OL no fue culpa de Diarra, ni mucho menos de Marcelo que ni siquiera estaba en el campo. Y el mal juego tampoco se debió a ellos. Marcelo sufrió en su banda desde luego, pero no cometió ningún error garrafal que yo recuerde. Y Diarra fue uno de los pocos que, en mi opinión, mantuvo un nivel medianamente aceptable dentro del desastre general (¿alguién ha analizado el pésimo partido de Xabi Alonso?). No obstante, y no se muy bien la razón, quizá que CR9 y Kaká venden periódicos, toda la culpa es de Pellegrini que equivocó la alineación y el planteamiento. En fin. Como dice Segurola "las figuras tienen bula".
Ya va siendo hora de que el Madrid tenga un entrenador asentado, con la plena confianza de los directivos y cuyas decisiones se respeten. El Madrid no ha tenido un entrenador que haya durado más de un año y medio en el cargo desde la destitución de Del Bosque (a día de hoy sigo sin entender porque Florentino se lo cargó). Ya está bien. Pellegrini es un hombre educado, respetuoso y correcto cuyo gran defecto es no bailarle el agua a la prensa. Pero desde luego no es un sinvergüenza como Juande ni un Grosero como Schuster ni un...no se ni como calificar al evasor de impuestos Profesor Luxemburgo. En cuanto a Capello...a mí me encanta pero eso es tema para otro post (ojo con Inglaterra en el Mundial con un Rooney estratosférico).
"El ingeniero" se merece una oportunidad. Supongo que Marca no va a cambiar su linea editorial pase lo que pase, pero como decía Góngora "ande yo caliente...". Que ladren. Lo importante es que Florentino no cometa otra locura y lo despida al primer tropiezo. Ojalá que tenga unos años para construir un equipo ganador, uno capaz de competir con el gran Barça. Este año estamos viendo al mejor Madrid desde hace mucho, mucho tiempo. La superioridad con la que golea es casi insultante, la defensa es la mejor que recuerdo desde las buenas épocas de Hierro y Alkorta, ha habido momentos de gran fútbol. Los jugadores están con él porque CREEN en él y en su estilo de juego, y los aficionados (salvo por el desastre de la copa, que es su gran borrón hasta ahora) están, por lo general, bastante satisfechos. Me atrevo a decir que, aunque el Madrid no logre ningún título este año, Pellegrini debería continuar. Den tiempo a este hombre, por favor. Creo que los madridistas lo agradeceremos.

lunes, 8 de febrero de 2010

La Torre De Marfil






















En estos días en que todo el mundo habla de los arbitros y del "Villarato", a mí, que me encanta ir contra corriente, me apetece escribir sobre algo totalmente distinto. Y sí, en este tema también voy en contra de la opinión generalizada.
En 2004, cuando Roman Abramovich, dueño del Chelsea, invirtió 27 millones de euros en un semidesconocido delantero costamarfileño todo el mundo se echó las manos a la cabeza. Drogba procedía del Olympique de Marsella, club que disfrutó de una breve gloria a principios de los 90 gracias sobre todo a su capitán Jean Pierre Papin y que llegó a conquistar la Champions League en 1991. Didier había desarrollado toda su carrera en Francia, en equipos menores como Le Mans y Guingamp, y ya entonces había destacado por sus vastas cifras goleadoras.
En Marsella firmó una única y magnífica temporada en la que anotó 32 goles y jugó la final de la, por entonces, copa de la UEFA contra el Valencia. Y, aunque el Olympique perdío, aquél día me fijé mucho en el delantero centro, un jugador de una habilidad inusitada con el balón, gran potencia, controles imposibles, todo ello en una colosal figura de 190 centímetros.
Por aquel entonces, aunque ya contaba 26 años, Drogba no estaba plenamente desarrollado, al menos en el aspecto físico. De pulirlo se encargo José Mourinho. Y lo hizo muy bien. Tras unos inicios complicados, pronto empezó a justificar el enorme (y arriesgado) desembolso realizado. Ese año conquistó la Premier y la FA Cup marcando 16 goles. En el Chelsea trabajaron su potencial físico hasta transformarlo en una verdadera fuerza de la naturaleza y, de paso en uno de los mejores goleadores de Inglaterra.
Pero lo que me impresionó, y me sigue impresionando hoy, no es su capacidad goleadora, que es enorme. Lo que realmente me gusta de él es como destroza a las defensas rivales. Ya juegue sólo en punta o en un esquema de 2 delanteros, él sólo es capaz de arrastrar en una jugada a 2 o incluso 3 defensas, lo que, para un equipo como el Chelsea, que basa su juego de ataque en la acumulación de centrocampistas que pisan el area con gran facilidad (Lampard, Ballack, Essien) es esencial.
Buen lanzador de faltas, excelente cabeceador, a su descomunal potencia física suma una gran velocidad para un jugador de su tamaño, gran fuerza en el disparo y, por encima de todo, una inteligencia de movimientos poco habitual en un jugador procedente del continente negro. Los africanos no son precisamente famosos por su disciplina y rigor tácticos. Muchos opinan que, cuando los africanos dominen los conceptos tácticos colectivos que inculcamos en Europa tendrán las mejores selecciones del mundo gracias a su indudable superioridad física.
Pues bien, Drogba es una adelantado, un jugador del siglo XXI. Autor de 116 goles en 242 partidos con el Chelsea, lleva varios años machacando a las defensas de los mejores equipos de Europa. Y, aunque la Copa de Europa se le resiste, si el Chelsea es probablemente el equipo más regular del continente en los últimos años (nunca cae antes de cuartos y casi siempre alcanza las semifinales o la final) es en gran parte gracias a Drogba.
A pesar de las evidentes diferencias, me recuerda a Ronaldo en dos aspectos: primero su capacidad para aterrorizar a los defensores. Segundo, la intimidación que su nombre genera en los aficionados rivales es tal que un Chelsea sin él no causa ni la mitad de respeto. Cuando uno se pone a pensar en los grandes nueves de Europa, el suyo siempre es el primero que viene a mi cabeza.
No tiene mucho sentido discutir cada dos meses cuál es el mejor jugador. Los futbolistas atraviesan por lesiones, altibajos, épocas sin títulos...Probablemente, en la actualidad, Xavi sea el mejor jugador del mundo, el que tiene un mayor peso en su equipo. Sin embargo, haciendo una retrospectiva de los últimos años y, logicamente, llevado por una pura debilidad personal, yo me quedo con el 11 del Chelsea. No se si es el mejor, pero si tengo claro que es el más decisivo, el más determinante.
Ahora, con 32 años, Droba se encuentra en plenitud. Lleva 22 goles en 26 partidos, ayer aniquiló al Arsenal con 2 tantos, una nueva liga esta a tiro, tiene entre ceja y ceja la Champions League y mi apuesta es que éste año no se le escapará. Y después el Mundial. Pocas veces un sólo jugador ha tenido tanta importancia en su selección. Con Drogba los "elefantes" aspiran seriamente a la clasificación, y quizá a ser la gran revelación, en un grupo con Brasil, Portugal y Corea del Norte. ¿Alguién cree que podrían tener opciones sin su capitán? La respuesta es clara: ninguna.

sábado, 30 de enero de 2010

Invictus




















El largo camino hacia la libertad, de lectura sumamente recomendable, es el título de la autobiografía publicada por Nelson Mandela en 1994. Es el relato de sus 27 años en prisión, encerrado por blancos a los que, una vez que salió de la carcel en 1990 y ya elegido presidente pudo haber aplastado sin contemplaciones. No lo hizo. En lugar de eso, se propuso que mediante su ejemplo, los sudafricanos, blancos y negros, comprendieran que debían caminar juntos hacia la libertad, como él había hecho. Y el objetivo era que todos tuvieran una sóla bandera, cantasen un mismo himno y, sobre todo, tuviesen los mismos derechos.
Partiendo de la sobresaliente obra de John Carlin "El Factor Humano", cuya lectura es igual de aconsejable que el libro de Mandela, Invictus es el reflejo de la admiración de Clint Eastwood por el líder sudafricano, por su visión política, su carisma y poder de seducción, y, ante todo, por su capacidad para atraer a las personas, simpatizantes o enemigos, partidarios del CNA o Afrikaneers, a su causa. La película es sobresaliente y, por momentos, realmente emocionante. En todo el metraje se palpa la pasión con la que Clint Eastwood ha afrontado el proyecto. Su genio, intacto a los 80 años, hace el resto.
Es comprensible la admiración que tiene Eastwood por Mandela. Aún más fácil es comprender la devoción que siente Morgan Freeman, que se entrega a su papel de un modo conmovedor, alcanzando probablemente el apogeo de su magnífica carrera. Era el momento adecuado. Freeman tiene aproximadamente la misma edad que Mandela por aquella época, un parecido físico apreciable, con apenas una leve diferencia de altura (1,88 cm de Freeman por 1,83 del ex-presidente) y, ante todo, una enorme capacidad interpretativa. Sus gestos calmados, el encorvamiento de sus hombros, la lánguida caída de sus brazos, la expresividad de su rostro, completan una actuación memorable.
Estéticamente, la película es magnífica. Las escenas de rugby están magistralmente rodadas, algunas de las jugadas son pura poesía, y estoy convencido de que la recreación de los partidos de la Copa del Mundo de 1995 convencerá a todos, les guste o no este "caballeresco" deporte.
En cuanto al guión, que es, sin duda, una muy buena adaptación del libro de Carlin, se echa en falta una mayor profundidad en lo referente a los problemas políticos sudafricanos y quizá de las dificiles circunstancias familiares por las que atravesó Mandela. En cambio, Eastwood se ha centrado en el famoso partido de los Springboks contra los All Blacks, y en cómo el presidente vio la final como la oportunidad perfecta para decirle al mundo que el poder del perdón es infinito. Que si él era capaz de tender su mano a aquellos que lo habían encerrado durante 27 años, que habían perseguido a su familia, que habían pretendido y aún pretendían destruirle, sus compatriotas también podían hacerlo.
Eso es lo que simboliza su firme apoyo a los Springboks, símbolo del orgullo blanco y objeto de desprecio por parte de los negros, que siempre han preferido el fútbol, como un deporte de gente humilde, sin recursos, frente al rugby, el deporte de los blancos, educados y privilegiados. Mandela hizo lo impensable. No sólo no permitió la supresión de los Boks como selección nacional, sino que, a través de su capitán, François Pienaar (muy bien interpretado por Matt Damon), logró que los jugadores comprendieran el decisivo papel que jugaban en el futuro de su país.
Aquél 24 de junio de 1995 Sudáfrica logró lo imposible. Venció a la Nueva Zelanda del imparable Jonah Lomu. Por ello Pienaar recibió la merecida copa de manos de Mandela. El presidente había conseguido una victoria mucho más importante. Había dado el primer paso, un paso que la historia revelaría como definitivo, un paso hacia la justicia, hacia la reconciliación de un pueblo. Un paso hacia la libertad.

miércoles, 27 de enero de 2010

La Sanción A Cristiano Ronaldo
























Es increíble el revuelo que los medios están montando a causa de la expulsión y sanción al 9 del Madrid por la jugada en que rompió la nariz a Mtiliga. A tal punto ha llegado el pifostio que tenemos montada una guerra entre los periódicos de Madrid, defendiendo a capa y espada a Ronaldo, y los de Barcelona, llamándolo chulo y arrogante entre otras lindezas (desde luego si yo fuese Cristiano pondría una denuncia por injuria contra el Mundo Deportivo sin dudarlo).
Pues, como diría aquél, ni tanto ni tan calvo. La expulsión es justa, y la sanción también. Un partido por la expulsión y otro por la lesión causada (Mtiliga va a estar 3 semanas sin jugar). En cuanto al comportamiento de Ronaldo, yo, como socio del Madrid digo que, desde luego es inaceptable . Ahora bien, de ahí a que la prensa catalana pretenda crucificarlo (y nunca mejor dicho), no por sus acciones en el campo, sino por ser guapo, rico y talentoso va un mundo. E, igualmente, de ahí a que Ronaldo tenga que irse de rositas porque Messi protagonizó una acción similar, como está publicando As estos días, va un abismo.
Creo que todo el mundo puede comprender que no merece la misma sanción alguien que dispara contra una persona y no la alcanza que alguién que consigue su objetivo produciendo su muerte. Nos guste o no, en materia sancionatoria el resultado juega un papel esencial. Y por ello no puede ser castigada de igual forma la acción de Messi que la de Cristiano. Creo que hoy, Sergio Ramos ha dado en el clavo: "Messi tuvo la suerte de no darle en la cara y Cristiano no".
Simple pero acertado. La acción de Messi debió ser sancionada con tarjeta amarilla, pero el arbitró no vió nada punible. En eso se equivocó. Ese es el único error arbitral que yo apreció en todo este embolado. Porque he escuchado a gente decir que Mtiliga debió ver la amarilla. Yo estaba en el campo y vi como el arbitro le mostraba la tarjeta, así que algunos deberían informarse mejor.
Si yo fuese Florentino no recurriría la sanción impuesta por el cómite de Competición. En primer lugar porque, como ya he dicho, la sanción es justa. En segundo lugar porque la razón por la que el club va a agotar todos los recursos posibles es el miedo, casi irracional y causado por 19 años sin ganar en Riazor, a que el gafe continue y se escape definitivamente la Liga. Seguro que si se tratase de otro jugador y en circunstancias distintas, el Madrid no movería ni un dedo. Y por último, porque el Madrid no va a conseguir lo que quiere. Aunque la sanción se reduzca a un único partido (pensar que a un jugador del Madrid le van a dar una cautelar cuando el último fue Morientes es como creer en el Ratoncito Pérez) CR9 no jugará contra el Depor. Que lo asuman. Como lo asumimos todos los madridistas.

sábado, 23 de enero de 2010

Laporta, Guardiola Y La Noticia Inexistente

Tengo la mejor opinión de Pep Guardiola. En su época como jugador del Barça siempre me pareció que representaba lo mejor del club catalán. Su figura significaba señorío, saber estar, deportividad, réspeto por el contrario, valores que no imperaban precisamente en aquél equipo. Como jugador, tanto con el Barçá como con la selección siempre me pareció un gran mediocentro, muy inteligente tacticamente, con ascendencia sobre sus compañeros y un magnífico desplazamiento de balón, tanto en corto como en largo.
No le conozco personalmente, pero según la visión de algunas personas que han tratado con él, y cuya opinión tengo en gran consideración, se trata de una persona sincera y honesta, que va de frente y poco amigo de fingimientos.























Hace un par de días tuvo lugar un acontecimiento, cuánto menos, insólito. El señor Laporta, presidente del FC Barcelona y futuro candidato a presidir una Cataluña libre e independiente, donde podrá lanzar impunemente sus proclamas contra la "caverna mediática españolista", anunció a bombo y platillo la tan ansiada revolución del gurú del barcelonismo, demandada por todos los aficionados del club. No hay duda de que era una cuestión que empezaba a agobiar a Guardiola y también al presidente. Por este motivo, Laporta convocó a los medios para que diesen la adecuada repercusión a tan magno evento. Pero, cuál no fue mi sorpresa cuando, después de 50 minutos de rueda de prensa, las conclusiones fueron las siguientes:
1ª) Guardiola no ha firmado nada
2ª) Su nuevo contrato tendrá que negociarlo con el presidente entrante tras las elecciones en junio. Entiendo que para los culés es absolutamente impensable que Guardiola no continúe sea quien sea el nuevo mandamás, pero el hecho es que su relación contractual con el Barça, a día de hoy, no ha variado en nada.
3ª) Laporta se ha inventado una noticia que no existe (sin que Pep denotase, por cierto, ni la más mínima alegría; en mi opinión para él ha sido un mal trago necesario para que dejen de acosarlo a él y a su plantilla con la dichosa renovación).
Todo esto me lleva a algunas reflexiones:
1ª) Guardiola ha conseguido lo que quería. Tranquilidad para él y sus jugadores sin necesidad de firmar nada, porque ese no es su estilo. Lo lógico es esperar al nuevo presidente, y así lo va a hacer.
2ª) A Laporta, que después de muchos años de mandato creo que sabe de sobra como funciona la prensa de Barcelona, el "PariPep" le ha salido redondo. Ha conseguido la foto que tanto ansiaba (aunque no la firma) y se ha quitado de encima el espinoso tema de la renovación. Quién sabe, puede que tenga futuro en la política después de todo. Desde luego demagogia, engaño y malas artes le sobran.
3ª) En definitiva, ¿El fin justifica los medios? (frase que, por cierto, y gracias a un buen amigo, he sabido que jamás escribió Maquiavelo). Supongo que a Laporta le importará muy poco el inventarse una noticia que no existe con tal de conseguir lo que quiere. La pregunta es ¿hasta qué punto ha colaborado a ello Guardiola? Que cada cual saque sus propias conclusiones.

miércoles, 20 de enero de 2010

Piel Blanca, Alma Negra

















¿Qué escribir sobre ella que no se haya dicho ya? Judía, alcohólica, drogadicta, en su caso los problemas no son una exageración con fines mercantiles como ocurre a menudo en el mercado discográfico actual con artistas como Lady GaGa o Katy Perry.
Horriblemente fea en mi opinión y, sin embargo, poseedora de un innegable magnetismo, su negra voz es el mayor descubrimiento musical de los últimos años. A sólo unos meses del lanzamiento de su nuevo álbum, uno se pregunta, ¿cómo podrá Amy Winehouse estar a la altura de las expectativas generadas por su segundo trabajo "Back To Black"?
Si sus excesos lo permiten, Winehouse puede convertirse en la referencia de la "música despechada" del siglo XXI y colocarse a la altura de las grandes divas del Soul como Aretha Franklin, The Supremes, Gloria Gaynor o Tina Turner. En canciones como "Love is a losing game", "Wake up alone", o mi favorita "Back to black", Amy recupera toda la esencia de la música soul original, la que en los años 60 componían Ray Charles, Sam Cooke o James Brown como expresión del sufrimiento, pero también del orgullo de los negros frente a la pobreza y la opresión.
Igual que Joaquín Sabina, el dolor y la melancolía se filtran por las arrugas de su voz, pero, a diferencia de los clásicos del género y, quizá como signo de las diferencias entre los 60 y 70 y el mundo actual, sus temas están impregnados de un absoluto cinismo. Amy Winehouse no necesita que la situación social sea injusta ni que haya manifestaciones en las calles para pedir derechos civiles para los negros. Ella es británica, no estadounidense, y tampoco es precisamente negra. Sus canciones, más que reflejar problemas sociales, parecen relatarnos su vida tal y como es y, además, ella no se avergüenza, sino que más bien parece estar orgullosa.
Cosas como ésta me hacen pensar que el mundo no ha progresado tanto en los últimos 40 años como nos afanamos en creer. A veces tengo la impresión de que las personas de mi generación no tienen auténticos problemas, y se empeñan en crearlos: drogas, alcohol, conducta temeraria, maltrato a profesores y compañeros, desobediencia a los padres...
Puede que Amy Winehouse sea un ejemplo de lo que digo. Otros pensarán que sencillamente es una cantante maravillosa que, al margen de sus adicciones y movidas, es capaz de erizarnos la piel con su voz penetrante y cálida. En todo caso os recomiendo sin reservas que escuchéis "Back To Black" como se escucha un buen disco de Jazz: sentado, relajado y en soledad.